SENCILLO.
Tú tan sencillo,
que siempre has sabido lo grande que es
este sentimiento por lo raro, que nunca has
desistido de querer acompañarme en mis tres días de arrogancia y sabes que no
he podido cerrar la ventana ni apagar el reproductor que siempre está tocando
aquella canción.
Tú tan sencillo, sin conocer mis fines de semanas ni mis
cambios bruscos de humor, quien llegó sin preguntarme nada con cervezas y
filtros en mano, que aunque sabes que mis agujas están en otra habitación a
unas cuantas horas de aquí, te has
querido sentar al lado de mi nombre y convertirlo en poesía.
Tú tan sencillo, que sabes borrar las palabras que se me han
quedado atoradas en otra garganta, tapar mis ojos que se ven reflejados en otras pupilas y
querer sanar cicatrices de una herida que aún no ha cerrado.
Tú san sencillo como escribirte esto, que aunque no puedo pedirte perdón por no sentir tus
manos cuando las usas de paraguas, o no ser la espina del jardín que quieres
sembrar; Puedo darte las gracias, porque
ahora lo sencillo, más que lo raro llamó mi atención y que existen gotitas de lágrimas
que se vuelven caricias cuando se
deslizan por la curva tu columna.
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