Safo y Mila.


Los ojos claros, serenos se alaban
Exaltados parecen aquellos que los oyen,
Las figuras en el techo se diluyen.
Mientras él la sostiene con el revés de sus garras
Ella juguetea  con su lengua tibia por toda su piel
Al tiempo que descubren el dolor, la suavidad, el ardor y el goce
Ella siente endurecer, dibujar y desdibujar el placer
Él fascinado observa su esbelta carne erguida.
Extrañados se detienen aquellos que pasan por el callejón
Y más de uno  desea ser así de lúbrico, vigoroso, flexible
Y tomar presurosa a su hembra y coger… y coger…
Coger hasta querer pronunciar el nombre de dios y quedar sin voz…

Sin embargo, allí bajo la negra noche
Haciendo un ruido semejante al que hacen los animales al sufrir
Mila baja ágilmente del techo
Mientras Safo lame las heridas que le dejó su hembra en celo.


WM

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