Gloria.
Mis parpados tibios
trozos de carne cayeron
como roca
entre el fango y los
murmullos de
la falsedad.
los días madrugaban para pasar por mi cama, mientras a la luna ya
no le provocaba la popular taza de café… henchido de tardes llegarían
como un apego nicotínico sus pequeños ojos
menguantes y el rose flotante con
su rostro.
la vida que pasa desprevenida entre los
armarios, también
yo la pude llevar a pasear entre
las palomas de
todas las plazas y
entre los jarrones de la cocina, pero, si hay
algo que he podido propiciar es
que la vida es un flete con una cara
ligera pegada a la espalda
que simplemente desprendes y se va.
Checo
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