Humo en la 201.
Nos gustaba aquella habitación, poco sabíamos del resto.
Podía escucharse el ruido de la carretera, pero puedo recordar que mis gemidos y el tic tac de mi reloj se escuchaban más fuertes.
Llegamos, y no solo a aquel sitio donde besarte en la puerta del baño se volvió romántico, sino también donde no existían letras, silabas, ni palabras que describieran aquel encuentro, aquel olor, aquellos roses... solo tú y yo y aquella pista que siempre nos suena de fondo.
Ojalá pudiera recordar el tiempo completo que pasamos encerrados, o al menos eso nos hacían creer las paredes, pero todo pasó tan rápido que ni tiempo me dio de exigir repeticiones, preferiblemente en cámara lenta, para poder captar una a una cada escena de ti, y ponerles nombres, pero... ¿ para que ?.
Si tirados en la cama sintiendo como esta se desprendía suavemente del suelo, volando junto con nuestras ganas y aquellos espirales que paralizaban todo intento de separarme de ti, todo giraba alrededor de tus ojos, yo sentía morir cada vez que los miraba y te ofrecía mis labios hasta corrernos en poesía. Te respiraba en silencio como al humo de las mañanas y practicaba como subir al cielo mientras te besaba.
Queriéndote como esas cosas intocables que no se dejan querer, consumiendo en vano cualquier tipo de droga sin decirte que serian innecesarias, que no existe más droga que me anestesie el alma que tu voz, con la que comencé a quererte restando miedos.
En aquella habitación donde diferentes cielos nos veían llover, el infinito tenia envidia de nosotros y te cela conmigo, porque yo puedo vivir en la colina de tu trasero y en el desorden de tus vellos.
Priscila de Lunas.
Podía escucharse el ruido de la carretera, pero puedo recordar que mis gemidos y el tic tac de mi reloj se escuchaban más fuertes.
Llegamos, y no solo a aquel sitio donde besarte en la puerta del baño se volvió romántico, sino también donde no existían letras, silabas, ni palabras que describieran aquel encuentro, aquel olor, aquellos roses... solo tú y yo y aquella pista que siempre nos suena de fondo.
Ojalá pudiera recordar el tiempo completo que pasamos encerrados, o al menos eso nos hacían creer las paredes, pero todo pasó tan rápido que ni tiempo me dio de exigir repeticiones, preferiblemente en cámara lenta, para poder captar una a una cada escena de ti, y ponerles nombres, pero... ¿ para que ?.
Si tirados en la cama sintiendo como esta se desprendía suavemente del suelo, volando junto con nuestras ganas y aquellos espirales que paralizaban todo intento de separarme de ti, todo giraba alrededor de tus ojos, yo sentía morir cada vez que los miraba y te ofrecía mis labios hasta corrernos en poesía. Te respiraba en silencio como al humo de las mañanas y practicaba como subir al cielo mientras te besaba.
Queriéndote como esas cosas intocables que no se dejan querer, consumiendo en vano cualquier tipo de droga sin decirte que serian innecesarias, que no existe más droga que me anestesie el alma que tu voz, con la que comencé a quererte restando miedos.
En aquella habitación donde diferentes cielos nos veían llover, el infinito tenia envidia de nosotros y te cela conmigo, porque yo puedo vivir en la colina de tu trasero y en el desorden de tus vellos.
Priscila de Lunas.
Comentarios
Publicar un comentario