Laberinto.
Por alguna desconocida razón esta mujer cruzó por mi mente cual laberinto
con una bonita entrada color naranja y una puerta muy pequeña.
En su primera noche se divirtió, la conocí recién levantada
y se quedó un pedacito de mi en algunas de sus pecas.
siguió caminando, dando pasitos firmes pero silenciosos
yo la notaba, la observaba en silencio
mientras ella en ocasiones era ausencia, era letras y fantasía.
En el segundo contratiempo del laberinto, el medio día se volvió oscuro
solo estábamos ella y yo, desesperados por amor
quizá distintos, pero igual de culpables.
Sus labios se ponían rojos con cada llama
a su piel le salían pequeñas huellas que delataban los roses
los fuertes roses convertidos en gritos, en sangre y en una ducha compartida.
Siguió caminando, siguió buscando, empezó a conocerme, se empezó a adaptar
comenzaron las dudas, los pocos diálogos, los besos resbaladizos y los respiros.
Era ella encontrando la salida, nada dentro de mi pudo mantenerla fascinada
aquel muchacho extraño que habitaba en los retornos y las despedidas la ha llamado
y de manera imprevista, como quien huye de si mismo, ella se va.
A su manera "formal" me quiebra un poco, se despoja de una de sus espinas
y se marcha forzando una puerta del laberinto.
Fue a parar a donde se van todas las cosas que nunca he querido terminar,
a las cosas que les soy indiferente, el inicio del olvido, a la nada.
A Sabina, quién me inspiró sin luz.
Esta es mi forma de despedirme, no conozco más.
Priscila de Lunas.
con una bonita entrada color naranja y una puerta muy pequeña.
En su primera noche se divirtió, la conocí recién levantada
y se quedó un pedacito de mi en algunas de sus pecas.
siguió caminando, dando pasitos firmes pero silenciosos
yo la notaba, la observaba en silencio
mientras ella en ocasiones era ausencia, era letras y fantasía.
En el segundo contratiempo del laberinto, el medio día se volvió oscuro
solo estábamos ella y yo, desesperados por amor
quizá distintos, pero igual de culpables.
Sus labios se ponían rojos con cada llama
a su piel le salían pequeñas huellas que delataban los roses
los fuertes roses convertidos en gritos, en sangre y en una ducha compartida.
Siguió caminando, siguió buscando, empezó a conocerme, se empezó a adaptar
comenzaron las dudas, los pocos diálogos, los besos resbaladizos y los respiros.
Era ella encontrando la salida, nada dentro de mi pudo mantenerla fascinada
aquel muchacho extraño que habitaba en los retornos y las despedidas la ha llamado
y de manera imprevista, como quien huye de si mismo, ella se va.
A su manera "formal" me quiebra un poco, se despoja de una de sus espinas
y se marcha forzando una puerta del laberinto.
Fue a parar a donde se van todas las cosas que nunca he querido terminar,
a las cosas que les soy indiferente, el inicio del olvido, a la nada.
A Sabina, quién me inspiró sin luz.
Esta es mi forma de despedirme, no conozco más.
Priscila de Lunas.
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