Ahí, en un rinconcito.
Supongamos
que no se vale suponer
que
dices mi nombre en forma de labios mordidos
y me sonríes con la punta de los dedos.
Porque
desde que cruzamos poemas
no has
hecho más que ser mi verso favorito
y es que
no sé como los otros pueden entender lo que dicen
cuando
ellos no te han escuchado hablar de números infinitos.
Y tú,
como vas hablar de infinitos
si no
has visto como tus ojos encienden el techo
y ponen tímidos a los cajones del nochero.
Un nochero
lleno de secretos de humo
de
llaveros de fuego y camisetas de cuadros
y ahí en
un rinconcito
donde
guardas tu piel y mis gemidos
hay religiones que llevan tu nombre
y se
encuentran los objetos mas buscados
y se
pierden para siempre.
Ahí donde si sé amar, y tratarte con susurros
donde puedo hacer que quieras quedarte sobre mi pelo
y poder verte con los ojos abiertos.
P. de Lunas.
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