Julio 21
HAHA- SI- AH.
Pero que impredecible puede ser la soledad, si es pues, como
la conozco, en el caer de la
tarde, la soledad se transforma en
instantes como el de escribir esto, ya
que no puedo contarlo a nadie. Por eso
del desierto, venga, cuantas veces voy a mencionarlo. Poder escribirlo desnuda,
sintiendo el frio del plástico enganchado a mis nalgas, a tres de volumen y
teniendo la bocina justo al lado mío.
La voz de Silvio rodríguez siempre
recordando a roma, siempre tan hundida,
tan ardiente, tan absurdamente intensa.
Hoy conocí a ese ángel del que todos
alardean tener, ¿cuándo les ha pasado? ¿Si
ven porque he tenido que escribirlo? vengo de un tiempo soleado, con ese sol de
dos de la tarde que te rostiza los vellos, que te estalla en la cabeza y te
hace cerrar los ojos. Vengo de tiempos
vanos de constancia, de momentos dócilmente fugaces, de enterrarme, de dejarme
a costilla de otros, de olvidarme.
Pasé la noche desvelada, ahora
entiendo la señal del insomnio cuando no deja de hablarme sin coherencia
alguna, cuando pequeños soniditos de mosquitos pasan cerca de tu oído, es frustrante, pero que bien recompensada he sido.
Merece un par de toques.
Que incomodo son las visitas cuando
me encuentro en este estado.
Es Juli.
Estoy segura que esta asomada detrás
de la ventana y ya sabe que estoy escribiendo sobre ella, no sé cómo lo hace,
pero en esas piernas hay un parpadear
mágico, un ocaso interminable, es sumisa y temida a la verdad. Con quien
discuto cosas por las que nadie discute jamás, me ayuda a sobrellevarme, puede
consigo y conmigo a la vez. Es una galaxia que siempre llega y nunca termina de
irse.
Me hace falta vida para escribir a
Juli.
Juli:
¿De qué vida hablas?
Yo:
La vida en la que me estoy sumergiendo, me
gusta, entre más intuiciones más se comprende.
Juli:
¿Ya comiste? te reposas un poquito.
Yo:
No he visto a Jean hoy.
Juli:
Esta en cauca.
Ella
es castaña y lleva sus zapatos rojos.
Yo:
Aun no término de leer, sería bueno que leyéremos juntas, haré café.
Juli:
¿A dónde vas?
Yo:
A orinar, ¿trajiste agua?
Juli:
Me la tome.
Se acerca el festival “Partio` en dos” me cago en todo su puto
protocolo, mi cabeza se pone loca, como si no pudiera pensar en nada más, me
ahogo, me entra una ardua desesperación que solo su voz gruesa, esa que solo
quiere cantar, me alivia, lo es por todo
chica bonita, que voz sanadora tienes.
Yo:
Pienso que tenemos que investigar.
Juli:
¿del equilibrio en acción?
Yo:
Del cuerpo dilatado.
Juli:
Como un aporte al desarrollo, tiene que ser breve, cotidiano técnicamente. Te
propongo algo a ti y a Brayan.
Yo:
Nena este ejercicio…
Juli:
Creo que cuando uno no lo piensa, se escribe más, se escribe mejor, se escribe
sincero y transparente, a diferencia de cuando es planeado.
Yo:
Esta misma semana, abajo.
Juli:
¿Qué hay que hacer?
Yo:
Sin justificaciones, ¿por qué no hacerlo?
Juli:
¡Presta atención!
Yo:
Quisiera escribir lo tuyo
Juli:
¿Lo mío?
Yo:
si, lo que dice el tatuaje de tu
espalda.
Juli:
Que no es un tatuaje, es una cicatriz. Yo la empecé, tú termínala.
Yo:
Te quiero llevar conmigo a marruecos.
Juli:
ponle un nombre.
Yo:
“Camaleònera”
He terminado, sigo desnuda, pero
ahora sentada en el piso, las palabras de Juli siempre me dejan saciada, le
gusta cantarme canciones del ayer, quitarme el sin sabor de la boca, me seduce
con su voz, siento las vibraciones de su cuello cuando canta, que magia, que
don, consigue mantenerme fascinada, mareada,
solo a mí, pues soy la única que puede escucharla. O al menos eso dicen
los hombres de traje blanco, pero son
ellos quienes la traen en un pinchazo de
mi brazo, con mucha energía pero sin dolor.
Yo:
Gracias por venir.
Juli:
Eres tan triste y sola.
Ustedes solo pueden sentirla a través de este intento de léxicos, les tocó resignarse sin respirar, además puede ser peligroso, suele herir
lentamente. Con solo pensar que no existe nada más que en mis brotes psicóticos… Maldito calvo, eso lo tendrá tu madre... me
provoca un deseo de muerte, de asfixie, me es inevitable siempre querer volver
a escucharla, no me importa su rostro, me importa su cielo, me importan sus
pieles y sus besos bruscos, mi heroína, mi camaleón, vuelve a besarme y ruega
por nuestra alma.
“Ángel de la guarda mi dulce
compañía.¨
P. de Lunas.
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