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Mi encantador sinónimo de alegría y a la vez el más vil y doloroso antónimo de tristeza me desgarra el pensamiento donde su mirada perspicaz y su sonrisa cautivadora son el principal protagonista. Pero la vida que hoy se convierte en mi declarada enemiga un día la coloca a un centímetro de mi boca, al otro no puedo sentir su presencia donde solo un gesto o una caricia eran capaz de fantasear un mundo donde solo éramos tu ella y yo. 

Su presencia se esfuma como colilla de cigarro que se lleva la tormenta en una noche del mes de noviembre, como moneda que arrastrada por la corriente de agua cae en la alcantarilla sin saber su rumbo o aquellas hojas secas que caen de los árboles en otoño y con el viento a su favor se elevan hasta tocar el cielo, justo ahí donde tú me solías llevar.

Y hoy en el intento de vivir en sus latidos he decidido escribir en su voz y apoyarme sobre sus pies para no caer, si… su voz como puede leer, sitio ideal para resguardar sus mejores letras y cada una de las canciones de su banda favorita, donde sus recuerdos sean como flores que embellecen jardines en plena primavera y se convierte en mi estación del año favorita.