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Mostrando entradas de junio, 2014
Los smith.
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Ella: Aquella película era muy hermosa, “Perdona si te llamo Amor”, pero que sabía yo si antes había leído “Salgo del trabajo y llego a tu casa”, como si lo escuchara todos los viernes y como si nunca pensé escucharlo o leerlo, fue tan raro que así se sentía. Todo fue mi culpa, estaba aburrida pero sin ánimos de salir, eso de “aprovéchate de mí” como que siempre me ha salido bien. Que puedo decir estaba en mi casa, tenía puestos los peores trapos y mi gorro ocultaba las discusiones que tengo a diario con la peinilla, poco nerviosa, al principio, no, no al principio mis nervios comenzaron cuando aquellas letras pasaron de ideas a escuchar su voz por segunda vez, digo segunda vez porque días atrás me había dejado uno de sus mensajes, y vaya que ganas de conocerme, yo no hubiese querido hacerlo después de escuchar aquel backtone que tenía mi línea, era un vallenato, una yuca, un llora culo o al menos eso recuerdo, ¡qué vergüenza! . Salí a buscarlo, siempre supe dónde estaba,...
Sin orificio de salida.
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Parece increíble como las mentiras hacen más ruido que tu ausencia que las falsas esperanzas me inunden el corazón más que la lluvia que por querer morir contigo, la bala se incrusto en mi pecho sin encontrar orificio de salida. Que tus cabellos prefieren enredarse en manos incurables de heridas y no en mi almohada que eramos versos de una poesía incompleta, escenas de un libro exitoso y esos finales donde ni la nada es el comienzo de algo. Que preferiste engañar a los labios con los que te veía y a los ojos con los que te hablaba a romperme cada hueso haciéndote verdad. Y ahora escribo poemas tristes, porque no me queda más que cargarte en mi espalda mientras me rompo el cuello intentando ver como nos ponemos la ropa la una a la otra, sabiendo que no volveremos a desnudarnos. Pero mira el lado bueno, ya no eres tú la muchacha de ojos tristes. Priscila de Lunas.
Humo en la 201.
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Nos gustaba aquella habitación, poco sabíamos del resto. Podía escucharse el ruido de la carretera, pero puedo recordar que mis gemidos y el tic tac de mi reloj se escuchaban más fuertes. Llegamos, y no solo a aquel sitio donde besarte en la puerta del baño se volvió romántico, sino también donde no existían letras, silabas, ni palabras que describieran aquel encuentro, aquel olor, aquellos roses... solo tú y yo y aquella pista que siempre nos suena de fondo. Ojalá pudiera recordar el tiempo completo que pasamos encerrados, o al menos eso nos hacían creer las paredes, pero todo pasó tan rápido que ni tiempo me dio de exigir repeticiones, preferiblemente en cámara lenta, para poder captar una a una cada escena de ti, y ponerles nombres, pero... ¿ para que ?. Si tirados en la cama sintiendo como esta se desprendía suavemente del suelo, v...