Para que ponerle limites a lo que no está escrito, por eso no escribo tu nombre.

Daría mis sueños, mis noches y días para poder posarme sobre tus ojos tristes  y susurrarte al oído las cincuenta y cinco maneras que tengo para hacerte  sonreir.

Porque si puedo fingir tener alas sólo para volar contigo, puedo fingir que aún estás conmigo y que me llevas de paseo por las callecitas de tus parpados hasta  bajar por tu espina de risas y congelarnos los octubres.

Y justo ahí, decirte sin palabras, sin prisas ni trancones como cuando te escribía en la espalda en forma de masajes y me acostaba en tus latidos  como si fuese la única forma de devolvernos la vida.

Te diría con los ojos cerrados por si no contestas, lo que callan mis silencios cada vez que intentó hablar de ti y que llevo veinte años buscando el verso perfecto que está atrapado en mis labios con una sola  palabra.

Te diría que prefiero tenerte a ti, que tener motivos para mirar al cielo

Priscila de Lunas

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