Alejandro.
Si me preguntan por ti, me quedaría corta.
Les diré que definitivamente no fue un amor a primera vista, que te odiaba, que odiaba tus manos, tu dentadura perfecta y forma de acosarme.
Que aunque me tocaba, no quería pasar por esa calle a las dos y cincuenta y siete de la tarde porque sabía que me escucharías aun si susurrara y saldrías a buscarme .
Hablaba mal de ti, decía lo fastidioso que eras por las noches y lo mucho que odiaba pensarte durante el día, me molestaba la forma en que presumías tus alas, cada palabra indicada que salia de tu boca y tu voz.... Joder que odiaba tus voces.
Aquella noche, tu voz estuvo ausente y la noche siguiente y la noche siguiente. Me levantaba y caminaba, susurrando preguntaba donde estabas con la intención de que me escucharas y así aparecerías y me tocarías con tus irritantes manos.
Ahí estaban tus manos, sobre mis labios, sobre mi cara y yo sin poder moverme, pero esta vez no quería hacerlo por primera vez no quise salir corriendo más que un tu boca.
Cada apretón de tus manos se sentía en el aire, en la cama e incluso la luz de la lámpara parpadeaba cada vez más rápido pero creo que sólo tu y yo podíamos verla y quizá por eso estaba tan emocionada.
Te pedía a gritos que me tocaras no sólo con tus manos, tócame con tus alas y con tu cola... Tu cola. Amarrame tan fuerte que mis ganas sientan envidia de mi cuerpo, que sepan que después de este momento no vale la pena seguir viviendo.
Donde lo único seco es mi boca, y tu saliva se ha convertido en la corriente donde las aguas golpean contra las rocas de mi entrepierna, de mi sexo. Creo tener dentro hasta tu sudor, se siente muy caliente casi puede quemarme. Pero no te vayas! puedes quedarte dentro, me gusta como tus escamas tiemblan al ritmo de mis piernas.
Si del odio al amor hay un paso, se da sin dejar de amar. Lo sé porque si hablamos de demonios ahora las noches en mi infierno tienen luces parpadeantes.
Priscila de Lunas.
Les diré que definitivamente no fue un amor a primera vista, que te odiaba, que odiaba tus manos, tu dentadura perfecta y forma de acosarme.
Que aunque me tocaba, no quería pasar por esa calle a las dos y cincuenta y siete de la tarde porque sabía que me escucharías aun si susurrara y saldrías a buscarme .
Hablaba mal de ti, decía lo fastidioso que eras por las noches y lo mucho que odiaba pensarte durante el día, me molestaba la forma en que presumías tus alas, cada palabra indicada que salia de tu boca y tu voz.... Joder que odiaba tus voces.
Aquella noche, tu voz estuvo ausente y la noche siguiente y la noche siguiente. Me levantaba y caminaba, susurrando preguntaba donde estabas con la intención de que me escucharas y así aparecerías y me tocarías con tus irritantes manos.
Ahí estaban tus manos, sobre mis labios, sobre mi cara y yo sin poder moverme, pero esta vez no quería hacerlo por primera vez no quise salir corriendo más que un tu boca.
Cada apretón de tus manos se sentía en el aire, en la cama e incluso la luz de la lámpara parpadeaba cada vez más rápido pero creo que sólo tu y yo podíamos verla y quizá por eso estaba tan emocionada.
Te pedía a gritos que me tocaras no sólo con tus manos, tócame con tus alas y con tu cola... Tu cola. Amarrame tan fuerte que mis ganas sientan envidia de mi cuerpo, que sepan que después de este momento no vale la pena seguir viviendo.
Donde lo único seco es mi boca, y tu saliva se ha convertido en la corriente donde las aguas golpean contra las rocas de mi entrepierna, de mi sexo. Creo tener dentro hasta tu sudor, se siente muy caliente casi puede quemarme. Pero no te vayas! puedes quedarte dentro, me gusta como tus escamas tiemblan al ritmo de mis piernas.
Si del odio al amor hay un paso, se da sin dejar de amar. Lo sé porque si hablamos de demonios ahora las noches en mi infierno tienen luces parpadeantes.
Priscila de Lunas.
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