Íncubos...
El reloj dio las 5:39 pm
Él me miró por encima de los lentes y me dijo llegas tarde
Lo siento, había mucha gente balbuceé
Su mirada seguía impenetrable a través de aquel texto,
Vestía una camisa de cuadro semiabierta
En su rostro sobresalía la mirada vigilante,
El empuje brillante de sus ojos café y su barba enmarañada.
Me senté en la mesa y saqué la pipa del bolso
Mientras la encendía, él se quitaba sonriente los lentes
Fumé un poco y le pasé mi humo mientras lo besaba,
Me senté en sus piernas y empecé a rozarle la barba,
Y a terminar de desabrochar su camisa.
Él con sus brazos anchos y fuertes me lanzó de espaldas a la mesa
Mi cuerpo quedó paralizado de espaldas al contacto de su falo con mi sexo
Yo me sostenía apenas del cubículo
Con la mirada erguida al vidrio que daba al segundo piso de la sala.
Con sus manos potentes recostó mi cabeza en la mesa junto a la mitad de mi cuerpo.
Su cuerpo robusto y sus movimientos llenos de energía
Hicieron que todo cayera al suelo,
Aquella cosa fuerte y erecta, ¡aquella cosa rígida y viva!, que bajaba y subía
Hizo que blanqueara el cubículo en un suspiro agitado.
Afuera, el guardia sin duda había escuchado el rechinar pegajoso de nuestra piel en el suelo,
Los objetos en la mesa rebosaban lentamente y resbalaban al suelo.
Extendido en la oscuridad nos quedamos en silencio
Mientras se oía el silbido de alguien que iluminaba partes de la sala
Y así hasta que los pasos se fueron alejando y la luz se diluyó.
Nos levantamos y encendimos el último plome
Desnudos uno encima del otro, con los cuerpos pegajosos y los sexos palpitantes.
Media hora después y a medio vestir, salí de la sala de aquella asesoría.
WM
Él me miró por encima de los lentes y me dijo llegas tarde
Lo siento, había mucha gente balbuceé
Su mirada seguía impenetrable a través de aquel texto,
Vestía una camisa de cuadro semiabierta
En su rostro sobresalía la mirada vigilante,
El empuje brillante de sus ojos café y su barba enmarañada.
Me senté en la mesa y saqué la pipa del bolso
Mientras la encendía, él se quitaba sonriente los lentes
Fumé un poco y le pasé mi humo mientras lo besaba,
Me senté en sus piernas y empecé a rozarle la barba,
Y a terminar de desabrochar su camisa.
Él con sus brazos anchos y fuertes me lanzó de espaldas a la mesa
Mi cuerpo quedó paralizado de espaldas al contacto de su falo con mi sexo
Yo me sostenía apenas del cubículo
Con la mirada erguida al vidrio que daba al segundo piso de la sala.
Con sus manos potentes recostó mi cabeza en la mesa junto a la mitad de mi cuerpo.
Su cuerpo robusto y sus movimientos llenos de energía
Hicieron que todo cayera al suelo,
Aquella cosa fuerte y erecta, ¡aquella cosa rígida y viva!, que bajaba y subía
Hizo que blanqueara el cubículo en un suspiro agitado.
Afuera, el guardia sin duda había escuchado el rechinar pegajoso de nuestra piel en el suelo,
Los objetos en la mesa rebosaban lentamente y resbalaban al suelo.
Extendido en la oscuridad nos quedamos en silencio
Mientras se oía el silbido de alguien que iluminaba partes de la sala
Y así hasta que los pasos se fueron alejando y la luz se diluyó.
Nos levantamos y encendimos el último plome
Desnudos uno encima del otro, con los cuerpos pegajosos y los sexos palpitantes.
Media hora después y a medio vestir, salí de la sala de aquella asesoría.
WM
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