Ahora sé morir.

A ti, que siempre te esperé entre decepciónes de un gran desamor
Que te pedí en más de veinte velas a mi santo
Que te vi llegar de forma desordenada, tratando así de arreglarte un poco los cabellos.

A ti, que te tuve a  mi lado con las manos cargadas
Sin encontrar la manera de entregartelo todo, de entregarme toda.

Tú que tienes la cara de mis problemas, de mis insomnios y de mis suspiros y me pones cara a mi de niña ilusionada, de pasar la vida dormida entre tus piernas, de no querer hacerte real.


A ti que te perdí en otra caricia, que me quemé con el frío de tu mirada y me quebré en tu nochero.

A ti, que nunca te vas ni respetas ausencias, que dejaste tus silencios y las resacas de tu olor en mi habitación,  tú que caminas junto a mí como un fantasma y me sonries si miro atrás.

A ti mujer milagrosa,  mujer que por fortuna o por desgracia será para todas las vidas.

... Gracias.

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