Tan mio que ya no me pertenece.
Siempre he pensado que en parte, la vida es esa constante contradicción
con lo que fuimos, y lo que somos ahora, teniendo en cuenta que eso abarca cada
una de las vidas que nos rodean. No es fácil dejar el pasado atrás, es lo
tangible, lo que se conoció con tanta profundidad que ahora asusta, eso que
ahora quiero que pertenezca para dejarme ser.
Me pregunto que sería ahora de mi si lo que me hiciste
sentir tan real y delicado jamás hubiese tocado mis puertas, quizá sería como todas aquellas burbujas que
no son explotadas por niños felices, si no por el fuerte y desgarrador viento,
sin piedad y acabándome en un instante.
En este caso, tu serias ese niño que juega, que ríe y las
explota de manera inocente, sin darse cuenta de cuantas almas pudo destruir o
liberar al mismo tiempo, Imagina que todo esto pasa dentro de mí.
Que no importa cuántas burbujas revientes, yo quedaré ahí,
viviendo en esa sonrisa inocente. Que ahora ya no es mía, ahora el viento se
encarga de mí y de reventar mis huesos con sus suspiros fríos.
Así pasaron los días, solo pasaban, cada uno con una
carcajada diferente cuando me veía,
desgastando el tiempo entre escapes, me
gusta huir, soy así, varias melodías me invadían
por momentos, las bailaba, eran irresistibles para mí. Pero no eran nada, el
vacío se hacía cada vez más grande y me quedaba sin esquinas de donde
sostenerme.
Muchas veces toque fondo, y abajo no es tan malo como lo
pintan, hay tanta oscuridad que te hace ver claro de cuantas veces malgaste tu
luz, tu magia en públicos incrédulos. Hay tanto calor que te hace pensar en
esas veces en las que la cama podía sentirse fría y tú estabas justo a mi lado.
Existe tanta complicidad que te das cuenta que siempre estuviste solo.
Esa frase que tanto me repetías, tenias razón, sientes que ya no queda nada, el cambio de sentido me desgarro de
manera literal. Pero un día levantas la mirada y te sonríen dos estrellas en
una espalda, el desorden en unos cabellos, atardeceres especiales y besos propios,
ahí empiezas a adaptarte.
Deje de seguirte, y al doblar de camino encontré pedazos de mi que un día te regalé,
ya habías pasado por ahí antes, dejando huellas, o quizá pistas para saber por dónde
volver. Disculpa si no los dejé ahí para ti, pero era mi turno de cuidarlos, de
hacerlos sentir vivos después de unas cuantas veces de ser pisoteados.
No te esperaba tan pronto, pero sí, siempre te espere, porque
necesito esto para que solo quede en letras e historias, y no en mí, pues ha
dejado de pertenecerme. Que bueno que has venido, estaba a punto de enviarte
esta carta, pero ya no será necesario, pues te has convertido en unos cuantos párrafos
de soledad.
Lo más curioso del amor es que siempre quedan palabras, y te
regalaría las mías cada día que pase. Que no se quiere dos veces con los mismos
dolores de estomago ni las mismas sonrisas inocentes, que querré tu hola toda la vida, como agradeceré tu adiós por el
resto de ella.
P. de lunas.
Comentarios
Publicar un comentario