Hagamos un Poema.
- - Como haces eso de escribir poesía- Dijo Sía.
- - El poema nace. – Respondió Margarita.
- - Hagamos uno.
Entonces, margarita la invitó a respirar en los balcones del
tercer piso. Pasaban las horas, el sexo, el futuro, los amantes y las casas con
miedo. Sia estaba en tangas y Margarita llevaba una batola que le hacía
resaltar los senos.
Sía es casta y le preguntaba que se sentía tener una verga
entre las piernas. Margarita solo le sonreía y le respondía con ejemplos de
pieles, roses, y encuentros de placer sin fin.
Tomaban de sus bebidas favoritas, mar, como conocedora de la
buena vibra, colocó música mientras sia se sumergía en las excitantes historias
de su compañera, historias de gatos lamiendo leche de vaginas. La noche fue
larga entre juegos que conllevaban a apagar las luces, a entrar en un
largo trance de sueño y a darse cuenta que la noche había sido, es y
seguirá siendo eternamente un verso.
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