Revista Medusa.

Hola. Sé que no me quejo muy a menudo, pero siento que voy atragantarme si no te diga estas palabras, ya que no has notado mis cambios de humor ni mis desesperados intentos por llamar tu atención.  Ojalá te lleguen estas letras  y hagan recorrer tu voz. Me gusta cuando me miras fijamente, haces que me ponga nerviosa y me suden las manos. me gusta que te enamores de mí y que enamores conmigo, me gusta que me tomen fotos y servir de fondo en las tuyas.  Me gusta que me uses en poesías, canciones, cuentos y demás; me gusta el color de mi cabello y como brilla cuando esta rociado. Me gusta cargar largas ramas y que caigan en mi, sus pétalos secos, me gusta que respires cerca y por mí, me gusta verte caminar a mi lado, acariciar tus pies y en ocasiones tu espalda; me gusta ser tu sombra y tu sustento. Me gusta el cantar de los pájaros cuando me despiertan  las hojas cada mañana. Me gusta ser tu mar y crearte atardeceres, de noche suelo tener un poco...

Preguntar si alguna vez me quisiste de verdad, seria matar las  letras que antes se hicieron vida por ti, seria engañar a todas esas sonrisas de madrugada que te regalé al verte despertar a mi lado, seria dudar de los testimonios de aquellas habitaciones donde me enseñaste amar la vida. Pero que puedo decir ahora? Me alegra que te siguieras divirtiendo, aunque ya no con mis chistes, que siguieras volando aunque ya no con mis alas, que siguieras derribando muros y poetizando musas aunque ya no sea mi paisaje el que te inspire. Ya no te espero, pues el correo me ha traído  tu carta de despedida, no escrita por ti, que ha sido incluso más doloroso que su contenido. Si hubieras usado el cuchillo  que use yo, seguro me fuese dolido menos.  Esa carta llegó a mi, arrebatando toda esperanza de ti y de nuestro guapo, de nuestros gatos y balcones, alejando de mi cada pedacito y cada recuerdo suicida que llevaba conmigo. pero han de dejarme un poco mas vacía, o en calma, ...

Hoy en tu día, te diría sin decirte, porque me da pánico coger el teléfono y hacerte esa llamada, y que del otro lado salga tu voz fría y me congele el alma. Te diría que guardo la esperanza de que no lo sientas tan tuyo, sin mí. Hoy te diría sin decirte qué, aunque seas una niña de ojos tristes que hace llover las nubes, hoy te regalo este cielo claro como esa parte de tu espalda que tiene un nudo abrazado a tu cintura. Te regalo el sol, aunque tus cabellos se le roben todo el brillo y el color. Y te regalo la noche fría para que desde acá, mi carta te caliente la piel, así como yo solía hacerlo soplándote cada poro. No te deseo felicidades porque has de ver a tu madre día a día, pero si te deseo un infinito de sonrisas parecidas a las que tendrás después de leerme, te deseo un año más para seguir creando universos y desordenando mares. Mientras tanto yo, seguiré hablando con esa pequeña brisa que entra cada mañana por tu  ventana, pues ella me cuenta cuant...